Reconócelo, no te gusta ir a la playa. Sueles ir porque vas con tus amigos o con tus padres y no quieres decepcionarlos. Pero, una vez allí, no hay quien te aguante. Te quejas por todo: por el estado del mar, por la falta de un chiringuito, por el calor que hace… Y esta impaciente acaba desesperando a los demás.

Te gusta estar pendiente de todo cuando vas a la playa. Si es necesario, haces una lista con todas las cosas que tienes que llevar y la repasas mil veces antes de salir de casa. Una vez allí, tienes los cinco sentidos puestos en no quemarte, en colocar bien las toallas, en hidratarte y en vigilar tus pertenencias. La prudencia en persona.

Tu piel es tan delicada que vas a la playa pocas veces al año. No puedes salir de casa sin la crema antisol factor 50 y, por supuesto, sin una sombrilla bien grande. Antes de bañarte, prefieres quedarte bajo la sombrilla jugando a las cartas o simplemente leyendo una buena novela. ¡Siempre bajo la sombra!

Te encanta la playa y vas siempre a pasarlo bien. Eso sí, siempre con tu mejor modelito para lucir cuerpo. Tantos meses de gimnasio deben mostrarse alguna manera. Después de la ‘operación bikini’, llega el momento de lucir abdominales. Y tú lo llevas deseando todo el año.